LA
OLIGARQUÍA DE LA APARENTE DEVOCIÓN
Esta
es una breve reflexión sobre el uso de la devoción como moneda de cambio en esa
organización.
Cuando
inicié mis pasos en la Fundación Sophia, allá por el año 1991 (entonces se
llamaba Nueva Acrópolis) yo era muy joven y vivía el presente buscando algo
"extraordinario".
Y
el hecho de encontrarme con personas que me hablaban de hacer un mundo mejor y
que me dejaban participar en su construcción, y que me hacían sentir que creían
en mi; eso me entusiasmo de sobremanera y me enamoré de todo ese ideal y de la
organización que lo representaba.
Además
esa organización se presentaba como una entidad sin fines de lucro, lo que era todavía
mejor, pues la idea de un mundo que pueda vivir, al menos parcialmente sin la
tiranía de los negocios, formaba y forma aún parte de mi ideario.
Sin
embargo ha pasado el tiempo y fruto de la reflexión sobre los más de 23 años de
mi total adhesión a lo que hoy se conoce como la Fundación Sophia, me doy
cuenta de que los intercambios entre los humanos no solamente son comerciales y
se pagan en moneda, sino que los hay también de otro tipo, más sutiles, pero
que igualmente participan de las reglas de las transacciones comerciales donde
el intercambio beneficia a unos y perjudica a otros, pues como se dice en la
bolsa de valores: "para que unos ganen tiene que haber otros que pierdan".
Y
en este artículo me referiré a la moneda de la devoción.
Antes
de empezar quiero aclarar que creo firmemente en la desinteresada relación de
personas que trabajan por un bien común, no sólo para un "grupo
cercano", sino para mejorar la vida y las condiciones de la gente que nada
tienen que ver con ellos. A esto le llamamos altruismo (la dedicación a otros).
Miles
de voluntarios, cooperantes, religiosos y personas no afiliadas a ningún
movimiento u organización nos lo demuestran cada día y han dejado constancia a
lo largo de la historia.
Creo
en el amor verdadero y desinteresado pues lo he vivido y lo vivo cada día. Creo
en la confianza mutua entre las personas y que puede ser irrompible si hay un verdadero
compromiso para ello.
Sin
embargo, de lo que quiero hablarles en estas líneas es que deben ser precavidos
si se adhieren a ciertos proyectos, pues tras las intenciones desinteresadas iniciales
pueden verse envueltos en una oligarquía de aparente devoción.
Sophia
funciona jerárquicamente. Como dijo alguna vez su fundador y presidente: "esto
es una tiranía benevolente". Con ello quería significar que se hacía
exclusivamente lo que él decía y pensaba, pero que eso era bueno pues surgía de
él mismo.
Y
efectivamente la palabra tiranía significa "el gobierno de uno" y es
una de las formas políticas que podrás estudiar en las clasificaciones que
Platón desarrolla en su libro "La
República". Esta es lo opuesto a la Aristocracia que significa
"el gobierno de los mejores" (nótese el plural de "los
mejores" en contraposición al singular de tiranía "de uno").
Como
discípulo/voluntario percibirás que todo se hace en nombre de Sophia (la
sabiduría) y en un principio eso no se puede negar, pues superficialmente así
es. Pero si te fijas con más atención, podrás darte cuenta que para ser
aceptado en cualquier sentido dentro de esa organización debes tener muestras (y
cuanto más exaltadas mejor) de tu devoción hacia los maestros de Sophia y la
jerarquía de mando.
Por
muy buenas, revolucionarias y geniales que sean tus actos e ideas, si no están
acompañadas de la externalización de tu admiración hacia "los
maestros", no servirá de nada.
Es
más, si en algún momento cuestionas cualquier planteamiento o acción tomada por
ellos, tu actitud no será calificada como adecuada, tu lealtad y pertenencia al
grupo será cuestionada, y seguramente acabes sufriendo una persecución
psicológica donde cada mirada, levantada de cejas o palabra tuya serán puestas
bajo el prisma de la sospecha.
El
problema de eso es que hasta ese momento seguramente hayas cometido el error
que yo cometí, y que fue de depender psicológica y absolutamente de las
muestras de cariño de la jerarquía de Sophia y pensar que aquello era auténtico,
real y si quieres "eterno".
Habrás
entrado entonces en "los negocios de la devoción". Esto no es algo
especial que pase sólo allí, pasa en muchas parejas que se hacen dependientes y
vuelcan su amor propio en el otro dejándolo en sus manos, confiando
absolutamente en él. Y si al final la pareja se rompe, se sufre el desgarro de
la pérdida... hasta ahí eso no es lo más adecuado, pero es algo natural.
En
cambio lo que te puede ocurrir en Sophia si cometes ese error, es que habrás
puesto toda tu identidad como persona (ya que eres “discípulo”), tu ser
idealista, el porque te sientes especial, etc., en el recipiente de esa
relación de intercambio y negocio devocional que tu creías era del metal más
puro e irrompible.
Pero
cuando se quiebra, porque ellos creen que dejaste de "pagar" al cuestionarte
lo incuestionable (por ejemplo la "perfección" y
"divinidad" de tus superiores jerárquicos), te quedas momentáneamente
sin identidad. No una identidad de pareja, sino sin la identidad de tu propio
SER.
Jajajaja
que dramático lo veo ahora y que estúpido, pero así es como se vive si no te
previenes.
Entonces
como tuve que hacer yo, tendrás que viajar hasta el fondo de ti mismo para
reencontrarte y darte cuenta de que tú eres tú, más allá de la aprobación de
otros, y que al cien por cien sólo puedes confiar en la Vida.
Esto
lo aprenderás en la organización Sophia si no te cuidas y te dejas manipular
por sus dirigentes.
No
son palabras para despreciar el que en un escrito definí hace años como
"el más sublime de las relaciones humanas" refiriéndome a la relación
maestro-discípulo, puesto que para mí, la admiración y confianza hacía alguien,
lo que llamamos devoción, es el sentimiento más puro que se puede sentir.
Sin
embargo debes estar prevenido porque, si como seres humanos falibles que son,
por sus propias inseguridades y miedos sembrados en el pasado, ellos perciben
que no "pagas con tu devoción", aunque sea mentira como me pasó a mí,
entonces te quedarás sólo.
Así
es que no te enganches a su reconocimiento, ni al de nadie, no te confíes.
Todos nosotros estamos en el camino de la perfección y aún no hemos llegado a
la meta, pero ahí vamos.
Los
seres humanos somos una multiplicidad de realidades que viven todas dentro de
nosotros. Todos estamos en lucha constante entre el cielo y la tierra y no
podemos confiar todo a unas personas, pero si al amor, a la naturaleza, y a la
realidad que se esconde tras las aparentes formas que se representan ante
nuestros ojos... esas cosas no te fallarán.
¡VIVE, AMA Y NO TE
VENDAS!
OBSERVACIÓN
DE CID
Este testimonio me muestra
que Francisco Javier Vilar Rodríguez es un ególatra que necesita continuamente
ser elogiado por sus súbditos o de lo contrario él los desprecia. Y éste es el
típico comportamiento de los gurús megalomaniácos los cuales desafortunadamente
hay muchos: Jorge Livraga, Samael Aun Weor, Lakhsmi Daimon, Ernesto Barón, etc. Todos
ellos son manipuladores y controladores intolerantes con un inmenso ego. Así
que no se dejen abusar más por esos tipejos enfermos.