Jorge
Ángel Livraga, el cofundador de Nueva Acrópolis, se volvió muy aficionado a las
piezas arqueológicas, y para coleccionarlas él recurrió a prácticas ilícitas y
poco éticas. Y esto lo señaló Miguel Martínez quien conoció personalmente a Livraga.
Durante
sus primeros años en España, Livraga se hizo amigo de un antiguo noble europeo
que poseía una notable colección de elementos arqueológicos. Livraga afirmó que
él podía beber cualquier cantidad de alcohol sin emborracharse (una vez nos
preguntó si conocíamos a alguna persona rica dispuesta a apostar sobre quién
sería el último en emborracharse). Y es así que conseguía que el anciano
bebiera y luego le obligaba a darle artículos de su colección. Así nació la
afición de Livraga por coleccionar piezas arqueológicas.
Posteriormente
cuando Nueva Acrópolis se extendió, Livraga viajaba constantemente. En Italia,
en 1987, alojarlo durante diez días costó unos diez millones de liras, incluido
el viaje, un hotel de cinco estrellas y la compra de elementos arqueológicos
con los que rellenaría su enorme maleta metálica. Recaudar el dinero fue una
adición dolorosa a todos los demás gastos de sus seguidores: estudiantes,
desempleados o subempleados.
El
bajo nivel social de sus seguidores italianos era un problema constante para
Livraga: su desdén por los pobres se mezclaba con la necesidad muy práctica de
encontrar personas capaces de apoyar económicamente a la organización.
Livraga tenía dos aficiones: armas
de todo tipo, incluso se jactaba de que sus amigos del ejército español le
prestaban un tanque que él conducía durante unas horas a máxima velocidad por
la carretera, y coleccionar objetos arqueológicos.
Todo un piso de las oficinas de
Madrid se convirtió en el "Museo Rodrigo Caro" con miles de piezas
"aportadas" por los acropolitanos de todo el mundo. Pasaba horas
puliéndolas una por una. Para él, estaban cargadas de pasado, de rituales
ancestrales, sobre todo los provenientes de lugares de culto que aún no habían
sido contaminados por el cristianismo. Algunas de esas piezas (especialmente
las pequeñas cabezas del dios egipcio-helenístico, Seraphis) también se
emplearon en las ceremonias.
Tras la muerte de Livraga, la
policía española irrumpió en las oficinas de Nueva Acrópolis en Madrid a raíz
de una denuncia de la policía fiscal italiana (Guardia di Finanza). El
periódico La Repubblica en
Italia titulaba "Una banda de ladrones arqueológicos disuelta - La
multinacional de tesoros robados".
Y el
periódico El País de Madrid (5 de mayo de 1993)
escribía que entre los elementos
descubiertos que datan del siglo XI al IV a.C. y que provienen de excavaciones
ilícitas en diferentes países del mundo, se encuentran elementos etruscos,
romanos, griegos, precolombinos, chinos e indios. Según la policía, en el
vestíbulo cuelgan dos cuadros: un Tiepolo que representa a un anciano de barba
blanca, y otro de la escuela veneciana del siglo XV titulado La Maddalena.
La nota
de la policía que destacaba el incalculable valor de muchos de los artículos,
concretaba que el allanamiento tuvo lugar el día 30 del mes pasado, por
solicitud italiana autorizada por un juez de Madrid.
Una nota
de la Guardia di Finanza italiana publicada ayer en Roma dice que el piso era
la oficina de una asociación cultural "dirigida por un profesor de origen
argentino", según la agencia Efe. La nota decía que esta operación
disolvió una banda internacional que comerciaba con artículos arqueológicos al
amparo de una asociación cultural.
La
policía española dice que junto con 42 elementos identificados por la policía
italiana, se descubrieron otros elementos arqueológicos españoles de origen
desconocido. Nueva Acrópolis sin embargo afirmó
que la colección era “bastante” legal.
(Fuente: http://www.kelebekler.com/cesnur/txt/liv-gb.htm)